CRISTO DE PALACAGUINA

CRISTO DE PALACAGUINA

En el Cerro de la Iguana Montana adentro de las segovias
se vio un resplandor extraño como una aurora de media
noche los maizales se prendieron, los quiebra platas se
estremecieron, llovió por Moyogalpa, por Telpaneca y
por Chichigalpa

CORO
Cristo ya nacio en Palacaguina de Chepe Pavon Pavon y
una tal Maria ella va a planchar muy humildemente la
ropa que goza la mujer hermosa del terrateniente.

Las gentes para mirarlo se rejuntaran en un molote, el
indio Joaquin le trajo quesillo en trenzas de Nagarote
en ves de oro, incienso y mirra le regalaron segun yo
supe cajetitas de Diriomo y hasta bunuelos de Guadalupe.

CORO
Cristo ya nacio en palacaguina de Chepe Pavon Pavon y
una tal Maria ella va a planchar muy humildemente la
ropa que goza la mujer hermosa del terrateniente.

Jose el pobre jornalero se mecatella todito el dia, lo tiene
con reumatismo el tequio de la carpinteria, Maria suena
que el hijo igual que el tata sea carpintero pero el cipotillo
piensa manana quiero ser guerrillero.

CORO
Cristo ya nacio en Palacaguina de Chepe Pavon Pavon y
una tal Maria ella va a planchar muy humildemente la
ropa que goza la mujer hermosa del terrateniente,
Cristo ya nacio en Palacaguina de Chepe Pavon Pavon y
una tal Maria ella va a planchar muy humildemente la
ropa que goza la mujer hermosa del terrateniente, la
ropa que goza la mujer hermosa del terrateniente, del
terrateniente, del terrateniente.

CANTO DE DESPEDIDA

CANTO DE DESPEDIDA

No hay cosa más bonita que mirar a un pueblo reunido
que lucha cuando quiere mejorar porque está decidido.
No hay cosa más bonita que escuchar en el canto de todos
un solo grito inmenso de fraternidad.

No es chiche (51) decir adiós cuando la alegría es tanta,
aquí siento un torozón en mitad de la garganta,
pero toda esta cabanga (52) va a ser pronto una sonrisa,
cuando todos regresemos a la misa campesina.

Qué cosa más bonita contemplar a la Chenta Calero
con sus cuatro chigüines (53) y Gaspar, su alegre compañero.
De aquí puedo mirar al pescador Presentación Ortiz
con toda su familia cantando feliz.

No es chiche decir adiós...

Hoy siento nuevecito el corazón, lo siento macanudo (54),
igual que la semilla e´marañón cuando ya está de punto.
Ahora que regrese a mi lugar repleto de alegría
voy a limpiar mi huerta con más devoción.

No es chiche decir adiós...

Al golpe de las palmas la canción va agarrando más fuerza
para que en todos vibre la emoción y se haga más intensa.
Al golpe de las palmas se sabrá que somos mucha gente
y si estamos unidos nadie nos moverá.

No es chiche decir adiós...

Juntemos nuestras manos para estar fundidos nuevamente
en este enorme lazo de hermandad de amor nicaragüense.
Juntemos nuestras manos para hacer una muralla fuerte
que defienda por siempre la comunidad.

No es chiche decir adiós...

COMUNIÓN

COMUNIÓN

Vamos a la milpa,
a la milpa (41) del Señor,
Jesucristo invita
a su cosecha de amor.

Brillan los maizales
a la luz del sol.
Vamos a la milpa
de la comunión. Bis

El pueblo se desborona (42)
alrededor del altar,
arrimadita a la hoguera
se reúne entera la comunidad.

Yo vengo de tierra adentro
más allá de Sacacli (43)
traigo bellas mazurquitas (44)
y una tonadita
que la canto así:

Vamos a la milpa,
a la milpa del Señor,
Jesucristo invita
a su cosecha de amor.

Brillan los maizales
a la luz del sol.
vamos a la milpa
de la comunión. Bis

Los pescaditos del lago
nos quieren acompañar
y brincan alborozados
como encalichados (45)
de fraternidad.

Laguneros (46) y robalos,
el guapote (47) y el gaspar (48)
las mojarras (49), las guabinas (50)
y hasta las sardinas
parecen cantar.

Vamos a la milpa,
a la milpa del Señor.
Jesucristo invita
a su cosecha de amor.

Brillan los maizales
a la luz del sol.
vamos a la milpa
de la comunión. Bis

La comunión no es un rito
intrascendente y banal.
Es compromiso y vivencia,
tomar conciencia
de la cristiandad.

Es comulgar con la lucha
de la colectividad.
Es decir yo soy cristiano
y conmigo hermano
vos podés contar. Bis

Vamos a la milpa,
a la milpa del Señor.
Jesucristo invita
a su cosecha de amor.

Brillan los maizales
a la luz del sol.
Vamos a la milpa
de la comunión. Bis

SANTO

SANTO

Por todos los caminos,
veredas y cañadas
diviso, Jesucristo,
la luz de tu verdad.

Vos sos tres veces santo.
Vos sos tres veces justo;
libéranos del yugo
danos la libertad. Bis

Vos sos el Dios parejo (37),
no andás con carambadas (38)
vos sos hombre de ñeques (39),
el mero Tayacán.

Vos sos tres veces santo.
Vos sos tres veces justo.
libéranos del yugo
danos la libertad. Bis

CANTO DE MEDITACION

CANTO DE MEDITACIÓN

Antes que nazca el día,
los pájaros del monte
nos dan sus melodías,
los güises (26) y cenzontes (27),
el picotear sonoro
de un carpintero se oye,
que en la punta de un árbol
su casa construye, donde va a vivir,
y un gorrioncillo salta
de una rama a otra, muy cerca de allí.

Como estos pajarillos hoy te canto, Señor,
pidiéndote nos unas en fuerza y amor,
te alabo por mil veces
porque fuiste rebelde,
luchando noche y día
contra la injusticia de la humanidad.

Luchando noche y día
contra la injusticia de la humanidad.

Mil campesinos unidos te cantamos,
bajamos de los cerros
con nuestras alforjas repletas de amor,
por ser el pencón, el pencón (28),
el guía y justiciero,
por ser el tayacán (29),
el tayacán de mi pueblo entero,
por ser el tayacán,
el tayacán de mi pueblo entero.

Canten pijules (30), zanates (31) y pocoyos (32),
vengan los chichilotes (33),
los saltapiñuelas y el alcaraván (34)
que cante el colibrí
canarios y chocoyos (35)
juntos con el macuá (36), cua, cua, cua,
canten felices todos,
juntos con el macuá, cua, cua, cua,
canten felices todos,
juntos con el macuá, cua, cua, cua,
canten felices todos.

OFERTORIO

OFERTORIO

Yo te ofrezco Señor
en esta misa,
el trajín de cada día,
toda la energía
que da mi sudor.

Yo te ofrezco Señor
Con Nicaragua entera,
los bejucos (17) de mis brazos
y el vivo entusiasmo
de mi corazón. Bis

Obreros y campesinos
con el pan y el vino
te ofrecemos hoy
los chilincocos (18) y almendros (19)
que montaña adentro
nuestra tierra dio.

Los caimitos (20) bien morados,
los mangos pintados
de luna y de sol,
los pipianes (21), los ayotes (22)
la miel de jicote (23),
la chicha (24) e coyol (25). Bis

Yo te ofrezco señor
en esta misa,
el trajín de cada día,
toda la energía
que da mi sudor.

Yo te ofrezco señor
mi trabajo entero
los bejucos de mis brazos
y el vivo entusiasmo
de mi corazón. Bis

La clase trabajadora
que desde la aurora
busca su labor,
desde el arado que canta,
desde cada andamio
y hasta del tractor.

Albañiles, carpinteros,
sastres, jornaleros,
todos por igual,
herreros y estibadores
y los lustradores
del Parque Central. Bis

Yo te ofrezco señor
en esta misa,
el trajín de cada día,
toda la energía
que da mi sudor.

Yo te ofrezco señor
mi trabajo entero,
los bejucos de mis brazos
y el vivo entusiasmo
de mi corazón. Bis

CREDO

CREDO

Creo señor firmemente que de tu pródiga mente todo este mundo nació,
que de tu mano de artista, de pintor primitivista, la belleza floreció.
las estrellas y la luna, las casitas, las lagunas,
los barquitos navegando sobre el río rumbo al mar,
los inmensos cafetales, los blancos algodonales
y los bosques mutilados por el hacha criminal.

Los inmensos los cafetales, los blancos algodonales
y los bosques mutilados por el hacha criminal.

Creo en vos, arquitecto, ingeniero,
artesano, carpintero, albañil y armador.
Creo en vos, constructor del pensamiento,
de la música y el viento, de la paz y del amor.

Yo creo en vos Cristo obrero, luz de luz y verdadero unigénito de Dios,
que para salvar al mundo en el vientre humilde y puro de María se encarnó.

Creo que fuiste golpeado, con escarnio torturado,
en la cruz martirizado siendo Pilatos pretor,
el romano imperialista, puñetero y desalmado,
que lavándose las manos quiso borrar el error.

El romano imperialista, puñetero y desalmado,
que lavándose las manos quiso borrar el error.

Creo en vos, ...

Yo creo en vos compañero, Cristo humano, Cristo obrero, de la muerte vencedor.
Con tu sacrificio inmenso engendraste al hombre nuevo para la liberación.

Vos estás resucitando en cada brazo que se alza
para defender al pueblo del dominio explotador.
Porque estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela,
creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección,

porque estás...

Creo en vos...

Misa campesina nicaraguense

La “Misa campesina nicaragüense”
por Elida Z. Solórzano

La aparición del canto popular, como parte de la música litúrgica, fue una de las innovaciones resultantes a raíz del Concilio Vaticano II. Su introducción marcó un cambio en la tradición musical de la Iglesia. A la austera solemnidad del canto gregoriano, a la majestuosidad polifónica de las misas de Mozart y Beethoven, a los arpegios maravillosos de las fugas de Bach y la imponente sonoridad del órgano de tubos, se sustituyó la algarabía de la guitarra, la dulce melancolía de la marimba, el ritmo provocador de las maracas y las melodías que se cantaban y bailaban en las fiestas populares. El cambio no fue del todo negativo, porque significó el aporte de la cultura autóctona y permitió que el pueblo participara de la alegría que debe caracterizar al auténtico cristiano.

En Nicaragua, conocida por la riqueza de su música gracias a la obra de autores anónimos y compositores vernáculos de la talla de Camilo Zapata, Erwin Krüger, Tino López Guerra, Carlos Mejía Godoy y tantos otros, la irrupción de música folclórica y popular en los templos marcó un giro drástico en la liturgia. Particularmente notable a ese respecto es la famosa “Misa campesina nicaragüense” de Mejía Godoy, que recoge elementos de la música y sones tradicionales nicaragüenses, en una mezcla de colorido y alegría que traduce bien la idiosincrasia de nuestro pueblo. No puede negarse que entre la dilatada obra de dicho compositor, la “Misa” es quizá la más conocida en el extranjero, precisamente por su carácter festivo y auténtico, pero también gracias a la difusión de que es objeto la música de protesta por parte de la izquierda internacional. En la Misa se mezclan las melodías del campo, los sones de toros y canciones tan profanas como la “Mama Ramona” para dar un producto cuyo resultado final es la originalidad. Es digna de figurar en una antología de la nueva música latinoamericana.

Su letra, sin embargo, se aparta notoriamente del texto y esquema de una misa tradicional —que respetan inclusive las misas inspiradas en la música nacional, como la Misa Criolla del argentino Ariel Ramírez, la Misa Flamenca, la africana Misa Luba o la Misa a la Chilena de Vicente Bianchi— y refleja la influencia de la iglesia “progresista”, que con su mensaje revolucionario trató de reinterpretar los textos bíblicos para adaptarlos a una visión bastante alejada del amor cristiano y más próxima al enfrentamiento o la oposición irreconciliable que caracteriza la concepción marxista de la lucha de clases.

Un análisis somero de las distintas partes de la misa nicaragüense revela la enorme distancia que separa sus textos de los de una misa tradicional. Muy sutilmente, pero a veces en forma bastante directa, se trata de marcar la diferencia, como en el canto penitencial, donde la invocación “Señor, ten piedad”, con la que suplicamos humildemente la misericordia de Dios, se transforma en una increpación a Cristo, “el Dios de los pobres”, para que se identifique con nosotros, “[...] no con la clase opresora que oprime y devora a la comunidad, sino con el oprimido [...]”. Fuera de la extemporaneidad del texto en una invocación piadosa, es curioso que se conmine a Cristo a identificarse con nosotros, cuando ya lo hizo al asumir nuestra naturaleza en la Encarnación, que lo volvió semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. No es Cristo el llamado a identificarse con el hombre y tampoco podemos exigirle que lo haga con determinada clase, porque es el Dios de todos, sin exclusiones. Como dice la Escritura, Dios no hace diferencia entre personas (Sant 2,1), sino que juzga a cada cual según sus obras (1 Pe 17). Por el contrario, somos nosotros quienes debemos tratar de imitar al Señor, mediante la búsqueda de la perfección, la santidad y a través del reconocimiento humilde —sin prepotencia— de nuestra indignidad y hacerlo en el amor no sólo a nuestros semejantes sino a nuestros enemigos, como Él nos mandó (Lc 6,27).

El canto de alabanza, si bien resume la alegría que debe caracterizar al himno de gloria al Creador, contiene también un panegírico para el que “denuncia sin miedo la injusticia... sufre la cárcel y el destierro... combatiendo al opresor”. La paz, con la que saludaron los ángeles a los pastores en Belén, al anunciarles la buena nueva del nacimiento de Jesús, está notoriamente ausente de este mensaje, lo mismo que el agradecimiento a Dios o la alabanza a la Trinidad.

Pero es sin duda el credo el que plantea los mayores reparos y en donde radica la diferencia abismal del texto de la “Misa” con la profesión de fe del cristiano. El Credo de la misa católica establece de manera clara y concisa el fundamento, la esencia de la doctrina por la que el cristiano confiesa su adhesión a las enseñanzas de la Iglesia de Cristo. Su redacción fue objeto de amplios debates con las iglesias de oriente en puntos tocantes a cuestiones trascendentales de fe y se tradujo en el texto aprobado por el Concilio de Nicea en el año 325, que es aceptado como expresión de fe común por católicos, anglicanos, ortodoxos y protestantes. Es una síntesis precisa de las creencias que profesan los cristianos al reconocer al Dios único y al mismo tiempo trino en la persona del Padre, de su Hijo Unigénito Jesucristo y el Espíritu Santo, que procede del amor de ambos. El cristiano cree en Jesucristo encarnado en la Virgen María por obra del Espíritu de Dios, que murió por nuestra salvación y resucitó de entre los muertos; cree en la Iglesia única y universal, en el bautismo para el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.

¿Y qué nos dice el “credo” de Mejía Godoy? Es cierto que habla de un Dios que creó el universo “las estrellas y la luna, las casitas, las lagunas, los barquitos navegando...” que vino para salvar al mundo y se encarnó “en el vientre humilde y puro de María”. El credo de la “Misa” contiene pasajes de gran ternura y belleza que describen la campiña nicaragüense, pero sólo menciona algunas de las verdades fundamentales de la fe. Habla de Cristo como el Unigénito de Dios, que es “Luz de luz, que fue golpeado y martirizado” y reconoce su resurrección. Pero ni una palabra del Espíritu Santo ni del perdón de los pecados, de la Iglesia universal. En cambio, aprovecha la ocasión para denunciar a Pilatos como “el romano imperialista” y reafirma la creencia en la lucha sin tregua, en el brazo que se alza “para defender al pueblo del dominio explotador”. No resulta difícil reconocer en esas frases una alusión directa a situaciones de la política contingente y para nadie es un misterio saber con quién se identifica al “romano imperialista”... El Cristo de la “Misa” se inscribe perfectamente en la visión de los teólogos de laliberación, que ven en la figura de Jesús no a quien nos redimió con su sangre del pecado, sino a un luchador revolucionario, a un activista subversivo que fue torturado y ejecutado por denunciar la injusticia, oponerse a los ricos, desafiar a los poderosos e hizo causa común con los desposeídos y los oprimidos. Su ejecución habría tenido una finalidad enteramente distinta, carente del sentido salvífico de la redención, con lo que Cristo sería el fundador de los movimientos de liberación de la opresión política, de igual manera que, según los teólogos neomarxistas, la Virgen María, al entonar su Magnificat, aparecería como la precursora del movimiento comunista que nacería del Manifiesto de 1848.

Resulta imposible, para un auténtico seguidor de Cristo, conciliar esta postura, dominada por el antagonismo de la lucha de clases, la oposición irreductible entre pobres y ricos, entre oprimidos y opresores, con el verdadero sentido del mensaje evangélico, sintetizado admirablemente por San Juan cuando dice que “Dios es amor” (1 Jn 4,8). Cierto es que Jesús tomó partido abiertamente por los pobres, los desvalidos, los pecadores, como lo atestigua en su admirable sermón de las bienaventuranzas (Mt 5). Sólo que Cristo tenía otro concepto de la pobreza, porque se refería no tanto a la privación de bienes materiales, sino a la humildad del espíritu (Mt 5,3), a la mansedumbre, pero su predilección por los humildes no tuvo, como contrapartida, el odio contra los ricos y poderosos. Combatió más la soberbia y la falsedad de los fariseos, y cuando éstos quisieron ponerlo a prueba, él los confundió al abstenerse de condenar a la mujer adúltera o cuando les respondió “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, con lo que señaló muy bien la distinción entre quienes ejercían legítimamente el poder temporal y quienes se ocupaban de los asuntos de Dios. No optó por predicar el exterminio de los gobernantes (“ricos y poderosos”) y exhortar al pueblo a sublevarse en contra de ellos, porque dejó bien en claro, en varias oportunidades, que su reino no era de este mundo, que había venido a liberar a los hombres de las ataduras del pecado y a reconciliar a la humanidad con el Padre, al precio de su propia inmolación. Como afirma San Pablo, el cristiano es mensajero de la reconciliación (2 Cor 5,18) y no promotor del odio, porque “Cristo destruyó el odio en la cruz” (Ef 2,16). Dar otro significado al mensaje del Evangelio es sencillamente no haber entendido lo que Cristo expresó muy claramente.

La “Misa campesina nicaragüense”, no obstante la innegable originalidad de su música, la riqueza de su colorido y la alegría que transmite, contiene, bajo su aparente inocuidad folclórica, un mensaje subliminal que se contrapone a la verdadera exégesis del Evangelio. La interpretación de su música en lugares públicos o fiestas populares pone una nota de alegría en el ambiente, pero la recitación de su texto en los templos, como parte de la celebración del misterio eucarístico, introduce una peligrosa distorsión del mensaje de amor, reconciliación, perdón y misericordia que nos legó como herencia el propio Jesucristo.
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KYRIE & GLORIA

KYRIE

Cristo, Cristo, Jesús,
identifícate con nosotros.
Señor, Señor, mi Dios,
identifícate con nosotros.

Cristo, Cristo, Jesús,
solidarízate,
no con la clase opresora
que exprime y devora
la comunidad,
sino con el oprimido
con el pueblo mío
sediento de paz (9).

(2 veces)

GLORIA

Con el más alegre son de mi pueblo vengo a cantar
este “Gloria a Cristo” que en son de toros (10) me gusta más,
yo quiero cantar a Jesús que es líder de la verdad,
con el gozo desbordante y explosivo de los cohetes
que iluminan nuestros cielos en la fiesta popular.

Gloria a Dios en Siuna, Jalapa y Cosigüina,
en Solentiname, Diriomo y Ticuantepe,
gloria a Dios en Tisma, Guaslala y yalagüina,
en Totogalpa, Moyogalpa y Santa Cruz.

Gloria al que sigue la luz del evangelio,
al que denuncia sin miedo la injusticia,
gloria al que sufre la cárcel y el destierro
y da su vida combatiendo al opresor.

Hoy te glorificamos Señor con las marimbas (11),
con violines de ñambar, (12) sonajas y atabales,
con chirimíias (13), quijongos (14) y sambubias,
con las danzas nativas de Sutiava (15) y Monimbó (16).

CANTO DE ENTRADA

CANTO DE ENTRADA

Vos sos (1) el Dios de los pobres,
el Dios humano y sencillo,
el Dios que suda en la calle,
el Dios de rostro curtido,
por eso es que te hablo yo
así como habla mi pueblo,
porque sos el Dios obrero,
el Cristo trabajador.

Vos vas de la mano con mi gente,
luchas en el campo y la ciudad
haces fila allá en el campamento
para que te paguen tu jornal.

Vos comés raspado (2) allá en el parque
con Eusebio, Pancho y Juan José,
y hasta protestás por el sirope (3)
cuando no te le echan mucha miel.

Vos sos el Dios de los pobres...

Yo te he visto en una pulpería (4)
instalado en un caramanchel (5),
te he visto vendiendo lotería
sin que te avergüence ese papel.

Yo te he visto en las gasolineras
chequeando (6) las llantas de un camión,
y hasta petroleando (7) carreteras
con guantes de cuero y overol (8).

Vos sos el Dios de los pobres...

ALFORJA CAMPESINA

ALFORJA CAMPESINA

Alforja campesina pinolera,

Sos el mero escapulario de mi tierra;

Cuando vienes del pueblo bien cargada

Te parecés a una indita embarazada.

Alforja campesina proletaria,

Olorosa a trigo nuevo y a quebrada.

Yo te quiero por ser hija de mi brazo,

Y hermanita menor del calabazo.

Dicen que en un chilamate

Juan Camenate murió,

Los pocoyos siempre cantan

Donde el campesino cayó.

Ya viene la fiesta de agosto,

Ya los chinamos ya están en pie,

Ennavaja el gallo giro

Que a don Casimiro le merqué.

Novia mía, en esta noche

Un regalo para vos.

Una flor de sacuanjoche

Que corté en la cuesta del Coyol.

Yo te ofrezco en esta ronda

Mi inflamado corazón,

Que es una cosa redonda

Cargadita de ilusión.
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